📍 Santiago de Chile – Viernes 2 de mayo de 2025
La noche capitalina presenció una de esas veladas que trascienden lo musical para convertirse en un rito. El evento Dance of Vultures, realizado en el ya mítico Mibar, fue una ceremonia compartida entre lo etéreo y lo brutal, marcada por el debut en vivo de Morgana Merlin y la presentación del nuevo material de Saturno titulado “Dolmen”.
Morgana Merlin abrió el fuego con un show que desbordó misticismo y sensibilidad. Practicantes de un estilo que ellas mismas denominan Mystic Doom Metal, la banda debutó con un despliegue escénico sobrio pero cautivante. Vanessa Igor, descalza, envuelta en una capa roja y con maquillaje tribal, encarnó la figura central del ritual, hechizando a la audiencia con un canto dulce y un danzar cargado de sentimiento y matices dramáticos.
El set incluyó «Mar Espejo», «La Muerte de Uribe» (basada en un poema del nacional Armando Uribe) y el estreno de su single «Funeral Celeste», inspirado en un ritual tibetano referenciado por Aleister Crowley. La música fluía como un rezo oscuro: lenta, introspectiva, pero con una fuerza subterránea. La banda, integrada por Gonzalo Gatica en guitarra, David Sandoval como guitarrista invitado, Marlene Arismendi en bajo y Andrés Henríquez en batería, construyó una atmósfera densa, pausada, ritualista. Fue un debut que buscó marcar un territorio: el del sonido como portal espiritual.




El broche de la jornada llegó con Saturno, con el regreso a las voces de Josef Oyarzún-Klinckmüller tras un período en Europa. Su puesta en escena fue desgarradora y visceral, guiada por una energía que rozó la teatralidad. Saturno interpretó en forma íntegra su próximo álbum “Dolmen”, además de los temas de apertura y cierre, ambos clásicos de su anterior disco Menhir: «Espíritu Viviente» y «Fire in the Sky».
Josef, entre gritos frenéticos y expresiones faciales contorsionadas, se convirtió en un canal de angustia y rabia, arrastrando al público a un estado de trance colectivo. Las guitarras de David Sandoval (quien tocó en ambas bandas) y Lautaro Muñoz tejieron un muro sonoro abrasivo, mientras Roberto Toledo desde el bajo se encargó de mantener la intensidad con coros de guerra. La batería de Andrés Henríquez se transformó por completo: si con Morgana fue el pulso meditativo del ritual, con Saturno desató una tormenta endemoniada, implacable y precisa.
Temas como «Palpitante Honor», «Serac», «Caníbal» y «Talismán» destacaron por su crudeza, abordando lo ancestral, lo territorial y lo espiritual con una potencia avasalladora. Dolmen no es solo un disco: es una declaración de identidad desde lo profundo del subconsciente sonoro de Saturno.




Si te perdiste la oportunidad de escuchar a ambas bandas, les recomendamos visitar:
https://www.instagram.com/morganamerlinband