Entrevista a Claudio Illanes: 30 años de Twisted Souls y la historia del Death Metal chileno
Por Cristian Bertrand
Desde las profundidades del Death Metal chileno emerge una banda que se ha convertido en referente absoluto del género: Undercroft. Con más de tres décadas de trayectoria, su música sigue resonando con la misma brutalidad y honestidad de los años noventa. En esta entrevista exclusiva, conversamos con Claudio Illanes, guitarrista fundador de la agrupación, sobre los orígenes de la banda, la grabación del clásico Twisted Souls y la actualidad del grupo.

¿Cómo y cuándo se formó Undercroft? ¿Por qué decidieron bautizar así a la banda?
Claudio: Undercroft se formó en 1991. En ese tiempo yo tocaba en Totten Korps, una banda chilena de Death Metal. Cuando dejé TK, alrededor del 92, comencé a hacer música junto a Pablo Cortés y Tito Melin. Nos enteramos de que Undercroft se había disuelto, y como éramos amigos, nos contactamos con Alejandro Landeros, guitarrista de la formación original, para invitarlo a tocar con nosotros. Él propuso seguir con el nombre Undercroft, y nos pareció una gran idea. El concepto nos gustó mucho: hace referencia a las criptas o tumbas ocultas bajo las iglesias. El nombre fue ideado por Elio “Zanahoria” Hidalgo (Anima Inmortalis, Homicide, Ratzinger). Con varias canciones listas, nos lanzamos a grabar los primeros demos y más tarde el Twisted Souls. Así comenzó todo.
¿Por qué eligieron hacer Death Metal?
Claudio: Desde chicos, por allá por el 87 u 88, nos juntábamos con amigos a escuchar Metal. Íbamos a conciertos donde comenzaban a emerger bandas como Necrosis, Atomic Aggressor, Sadism y Pentagram. La escena era muy underground, y en plena dictadura todo era más difícil. Pero eso nos motivaba aún más. Nos influenciaron bandas extranjeras como Cannibal Corpse y Morbid Angel. Aunque también escuchábamos Speed Metal o cosas más clásicas, el Death Metal fue lo que más nos golpeó. Era la línea que queríamos seguir: brutal, directa, al hueso.
¿Qué recuerdas de la grabación de Twisted Souls?
Claudio: Lo comenzamos a grabar en octubre del 94 y terminamos a comienzos del 95. Era la primera vez que entrábamos a un estudio a grabar algo tan largo, diez canciones. Antes solo teníamos experiencia con los demos. Aprovechamos ese trabajo previo y agregamos un par de temas nuevos. Todo se grabó de manera natural y análoga, sin programación de instrumentos. Ensayamos muchísimo y llegamos muy preparados al estudio. El resultado fue potente, grande, muy orgánico. Quedamos realmente conformes.
¿Cómo componían en esa época?
Claudio: Yo usaba una casetera para grabar ideas y no olvidarlas. A veces sin distorsión, solo tarareando riffs. Luego nos juntábamos con Pablo en mi casa o en la suya, escuchábamos las ideas y las íbamos puliendo antes del ensayo. Así ahorrábamos tiempo. En la sala, él traía sus propias ideas y entre ambos armábamos los temas. Luego nos reuníamos con Tito, que también aportaba riffs y estructuras. Era un trabajo muy colaborativo… y con cerveza de por medio (risas). Hoy en día todo eso se hace con el celular, pero en esencia es lo mismo.
¿Algún show de presentación del disco que recuerdes con especial cariño?
Claudio: Después del lanzamiento, en 1995 hicimos giras por el sur y norte de Chile, además de varios shows en Santiago. Pero lo que más nos marcó fue tocar por primera vez en el extranjero: viajamos a Buenos Aires para abrir dos conciertos de Therion en su primera visita a Sudamérica. Fue increíble. El público argentino nos recibió con una energía brutal. Recuerdo que después del show nos decían “¡Che, son una masa!” y no sabíamos qué significaba (risas). Cruzar la cordillera en bus fue toda una aventura. Una experiencia inolvidable.
¿Qué escuchaban en ese momento?
Claudio: De todo. Desde Iron Maiden hasta lo más extremo como Morbid Angel. Pero nuestras principales influencias provenían de las bandas norteamericanas: Deicide, Cannibal Corpse, Morbid Angel, Suffocation… eso era lo que realmente nos inspiraba a componer nuestra música brutal.
¿Cómo eligieron el arte de tapa?
Claudio: Teníamos un amigo, Rodrigo del Río Chang, que dibujaba increíble. Él ya había hecho la portada del demo de Totten Korps The King of Hell Reclaims His Throne y otras más para distintas bandas. Sus ilustraciones eran demoniacas, oscuras. Todo a mano, con acuarelas, sin IA ni herramientas digitales (risas). Hizo el arte completo de Twisted Souls y nos encantó. Transmitía perfectamente la esencia del disco.
¿Pensaban que, treinta años después, la gente seguiría escuchando el disco?
Claudio: Para nada. Éramos jóvenes y solo queríamos grabar el álbum y salir a tocar. No pensábamos en el futuro. Con el tiempo vinieron nuevos discos, cambios de integrantes, y Twisted Souls quedó un poco relegado. Pero hace unos años regresó el vocalista original, Tito Melin, y empezamos a tocar esos temas nuevamente, tanto en Chile como en Europa. En 2023 el disco fue reeditado en Estados Unidos por el sello The Crypt y también en Chile. Eso demuestra que aún hay mucho interés por ese material.
¿Planean tocar el disco completo en Sudamérica?
Claudio: Nos encantaría. En la última gira por Chile y Europa tocamos más de la mitad del disco, unas seis canciones. Hoy muchas bandas están haciendo eso: tocar álbumes clásicos completos. Quizás no el disco entero, pero sí buena parte, junto a material nuevo. Nuestro setlist está muy enfocado en Twisted Souls y Bonebreaker, los dos primeros discos con Tito Melin.
¿Cuál es la actualidad de la banda?
Claudio: Acabamos de terminar nuestro octavo disco, mezclado y masterizado por Martín Furia (actual guitarrista de Destruction y ex-Jesus Martyr). Estamos muy contentos con el resultado. El arte de tapa ya está listo y ahora estamos buscando sello. Pronto daremos noticias sobre su lanzamiento, así que estén atentos.
Undercroft continúa levantando el estandarte del Death Metal chileno con la misma intensidad de sus inicios. Treinta años después, el eco de Twisted Souls sigue resonando con fuerza entre los seguidores del metal extremo.